Aunque fué Justiniano su impulsor, la mayor parte de lo conservado hasta hoy se debe a Maria Dukaina e Isaac Comneno y finálmente a Teodoro Metoquites que la dota de los frescos y mosaicos que hacen de ella una obra única.
En 1511 Atik Ali Pasa transforma la iglesia en mezquita, pasando a denominarse Kariye Camii y se procede a cubrir los frescos y mosaicos con una capa de yeso, pues el Islam prohibe las representaciones del Hombre.
Finálmente, en 1948, el Instituto Bizantino de América patrocina una restauración sacando a la luz, entre otros trabajos, la decoración que durante cuatro siglos había estado oculta.
El edificio dejó de ser mezquita y en el año 1958 se abrió al público cómo museo.
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